Una de las más comunes quejas que
existen entre los nacidos durante el siglo XX es que no se cumplieron las
visiones que la ciencia ficción nos presentó del futuro. Los autos voladores y
ciudades futuristas que nos mostraron como postal del siglo XXI no llegaron,
pero otras visiones si se acercaron mucho más a la realidad.
Philip K. Dick, el padre de la
ciencia ficción psicológica, imaginó un mundo mundos oscuros y sucios, donde a
la gente le costaría diferenciar la realidad de las cosas que existen en
imitaciones virtuales de esta, o que los recuerdos no son los ecos de las cosas
que pasaron, sino que pueden ser creados y alterados. Hoy tenemos fenómenos
como el Efecto Mandella o nuestra dependencia de las redes sociales pueden
tener ciertas relaciones con estas predicciones.
Luego vino William Gibson con su
trilogía del Sprawl va mucho más allá, con una sociedad que se encuentra
constantemente conectada a redes de información, pero que nuestra interacción
social se vería disminuida drásticamente. Además, habla de la creación de la
Inteligencia Artificial y el uso de implantes cibernéticos para mejorar
nuestras habilidades naturales.
Ahora, no vivimos en las ciudades
sucias, ultra contaminadas y decadentes de Gibson… o más bien no a ese nivel. Pero los
paralelismos son más que obvios, por lo que es muy posible que en el futuro
esas miradas deprimentes del porvenir puedan ser una realidad palpable, con una
deshumanización general y un planeta que agoniza lentamente.